MIS SUEÑOS DORADOS DE LA JUVENTUD
En memoria de Rodolfo Ramón González (“Rolo”)
y de otros tantos jóvenes asesinados.
Hoy me desperté lleno de grandes ilusiones,
de sueños y metas para el día de mañana.
Mientras me iba, tarareaba unas canciones,
saludaba a todos con alegría cotidiana.
Pero mientras tranquilo por la calle marchaba,
sentí un golpe en mi cabeza y perdí el sentido.
Me arrastraron hasta un auto con amenazas
y de mi mundo me sacaron sin permiso.
Con los ojos vendados, cruelmente me empujaron,
me obligaron a hincarme y rogar por mi vida.
Mis pertenencias más valiosas me robaron
y me preguntaron dónde tenía la guita.
Me golpearon, me escupieron, me patearon.
Mientras yo lloraba, los hijos de p*** se reían.
Creyéndose dueños de mi vida, me mataron
y mis sueños de juventud se desvanecían.
Mi tan anhelado título de egresado,
mis viejos, mis hermanos, mis seres queridos.
Mis compañeros, mi novia, mis amigos,
mis recuerdos en el suelo exparcidos.
Mi sueño de la facu, mi laburo, mis hijos.
¡Todo aquello con mi sangre se ha perdido!
¿Quién carajo tiene la maldita autoridad
para arrancarme lo soñado y lo vivido?
¿Quién carajo se cree con el absurdo derecho
de robar mis sueños dorados de la juventud?
Elio W. Garciarena.
y de otros tantos jóvenes asesinados.
Hoy me desperté lleno de grandes ilusiones,
de sueños y metas para el día de mañana.
Mientras me iba, tarareaba unas canciones,
saludaba a todos con alegría cotidiana.
Pero mientras tranquilo por la calle marchaba,
sentí un golpe en mi cabeza y perdí el sentido.
Me arrastraron hasta un auto con amenazas
y de mi mundo me sacaron sin permiso.
Con los ojos vendados, cruelmente me empujaron,
me obligaron a hincarme y rogar por mi vida.
Mis pertenencias más valiosas me robaron
y me preguntaron dónde tenía la guita.
Me golpearon, me escupieron, me patearon.
Mientras yo lloraba, los hijos de p*** se reían.
Creyéndose dueños de mi vida, me mataron
y mis sueños de juventud se desvanecían.
Mi tan anhelado título de egresado,
mis viejos, mis hermanos, mis seres queridos.
Mis compañeros, mi novia, mis amigos,
mis recuerdos en el suelo exparcidos.
Mi sueño de la facu, mi laburo, mis hijos.
¡Todo aquello con mi sangre se ha perdido!
¿Quién carajo tiene la maldita autoridad
para arrancarme lo soñado y lo vivido?
¿Quién carajo se cree con el absurdo derecho
de robar mis sueños dorados de la juventud?
Elio W. Garciarena.
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