miércoles, 3 de septiembre de 2008

Lo propio y lo ajeno

Lo propio y lo ajeno

Hagamos un trato
¿qué tal si yo cambiase
su vida por la mía?
¡Si le diera mi pellejo!...
sí, sí, esa piel
que tantas veces
me ha sacado
para vestirse de gala
frente a los demás.
¡Cuántas veces
me ha desollado vivo!

¿Qué tal si
ese maldito dedo
afilado y acusador
con que señala,
el gatillo asesino
que tantas vidas
ha suicidado,
lo tuviese yo?
¿qué tal si ahora
usted estuviese
en la palma de mi mano,
en la lengua de cada uno
y en la mira de todos?
¿Qué sentiría?

¿Qué disfraz sobrio
se pondría para
ocultar la absurda
y fatal realidad
de su “yo”, su vida
y su destino?
¿Podría llevar
una mascara hilarante
cuando el rostro
que esconde, llora?

¿Cómo estaría
si la gente huyera
de su presencia
como las sombras
huyen de la luz?
¿O si se acercara
a usted, zumbando
y acribillando,
como una horda
de moscas que ataca
a la criatura agonizante?

¡Si!, ¡a usted le hablo!
¡no se haga el distraído!
Usted, el husmeador,
el que se acomoda
los anteojos
sobre las narices
para fisgonear esto,
para escatimar aquello,
o la que pone las manos
sobre la escoba
para birliberlequear
con otras brujas.
O más aún,
aquellos que, no podridos
y aún verdes,
emplean su tiempo
desempleado
en gastar la lengua
y apuñalar por la espalda
¡Ay, pobre burlador
que, con tu misma burla,
eres neciamente burlado!

¿Qué tal si sufriera
en carne propia
lo que yo sufro?
¿Seguiría desgarrando
la carne ajena?

¡Seguramente!
A las hordas de salvajes
disfrazados con vano dinero
y modales asquerosos,
les fascina ver la sangre
de las víctimas laceradas
por sus filosas lenguas.
Con esa sangre se alimentan,
se bañan, se emborrachan,
celebran, hieren, matan.
Y después de tantos sacrificios
y que no haya a quien juzgar,
el último chusma frente al espejo
por su propio reflejo, humillado será.

¿Alguna vez salió de su pedestal
de acusador y acosador?
¿Alguna vez se puso en mi lugar?

Abra su cabeza y escuche:
no necesito su lástima,
tampoco su comprensión,
lo único que pido es que
me regale su indiferencia.

Elio G.

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