Me persiguen,
escuchan lo que digo,
observan lo que hago,
saben lo que veo,
lo que siento y lo que pienso.
Se ríen, hablan de mí,
aunque bien lo disimulan.
¿Cuándo dejaré de ser
el alimento de sus lenguas?
Los gigantes
quieren matarme.
Los desafío y,
sin embargo, les temo.
Edificios ciclópeos
y titánicas torres
se inclinan para
arrojarse sobre mí.
Rayos fragorosos
sobrevienen como
amenazadoras saetas
de venganza divina.
Las aguas tranquilas
planean sumergirme
en su seno mortal.
Pensamientos despiadados
y sentimientos amargos,
dominan mi mente,
usurpan mi corazón.
Los espanto
pero su apariencia
es tan tentadora
que me dejo
arrastrar por ellos.
Todo el mundo
conspira contra mi.
Hasta el propio destino
impide que realice
lo que más anhelo.
¿Qué gigante omnipresente,
eterno e infinito
impide que sea feliz?
¿Será la sombra que, diariamente,
se extiende amenazante
bajo mis pies?